15 septiembre 2007

Camino de Pamukkale

Atravesando la estepa de Anatolia, llegamos a Konya una ciudad que no tiene mucho de interesante desde mi punto de vista, es más, confieso que lo que más me gustó fue la salida…

Me resultaba muy gracioso contemplar el desfile de tropas de edificios de nueva construcción, con coloridas fachadas y elegantemente ataviados con infinidad de sombreros blancos… Esta multitud de antenas parabólicas, que me recordaba a la salida de Marrakech hacia Essaouira, compartía las azoteas con los depósitos de gas pintados en vistosos colores. El efecto llamaba la atención y era aún más insólito cuando se veían instaladas en casitas más humildes, o incluso cuatro parabólicas en una misma terraza.

Por si no podéis vivir con la intriga, la parada en Konya fue para ir al Mausoleo de Nevlana, que tiene cosas interesantes como son libros antiguos bien conservados y muy bonitos “de ver” y otras menos atrayentes, al menos para mí, como un pelo de Mahoma que parece ser que estaba dentro de aquel cofrecillo… aunque muchos fieles hacían cola para rezar ante él.

Después de esa parada, autobús hasta empacharnos. El paisaje árido y monótono, con campos y más campos espolvoreados con hileras de árboles tras los que se escondía algún pueblecillo. No esperaba encontrarme buenas carreteras, y así fue, pero si me sorprendió el hecho de ver un gran número de gasolineras, tantas como parabólicas... Esto es un punto importante a la hora de hacer el viaje por cuenta propia, pero no os dejéis engañarrrrr…. ¡Infinitamente mejor en avión!, claro que en este caso os perderéis escenas del tipo “cuatro en una moto.”

Llegamos por fin a Pamukkale (significa castillo de algodón), una ciudad balnearia romana y el lugar más simbólico de la región del Egeo. Poco nos dio tiempo a hacer ya que prácticamente despedimos a los últimos rayos de sol, aunque el baño en el balneario del hotel fue más que reconfortante. No puedo decir lo mismo del momento en que vimos un ejército de hormigas en el baño…


Al día siguiente atravesamos caminando, durante aproximadamente una hora, la calle principal de lo que fue la ciudad de Hiérapolis y continuamos por un paseo ajardinado bastante bien cuidado que conduce a la imagen que tenemos en nuestras retinas de Pammukale. Un magnífico espectáculo, casi cegador, que sorprende gratamente a los ojos de cualquiera. Yo diría que es casi un derroche de la naturaleza, que convierte la cal de las aguas termales en una sucesión de cascadas y piscinas naturales de color blanco.


Tenía muchas ganas de ver ese lugar, y verdaderamente me fascinó. Es tan, tan relajante que os recomendaría (además de ir en avión), dormir en el pueblecillo, madrugar y pasar allí el día completo, ocaso incluido… y después me lo contáis

A mí la idea me hubiera encantado porque el recinto es de lo más completo y allí se encuentra el templo de Apolo, el teatro romano, los antiguos baños reconvertidos en museo, un bar con amplia terraza y una piscinita muy apetecible, un balneario que me estaba llamando a gritos... Lo lamentable fue que apenas tuvimos tiempo de disfrutarlo porque nos esperaba otra jornada de autobusing hacía Éfeso. Esta es una foto que he rescatado de Internet de lo que debió ser en su día.


Hicimos también una breve parada en la casa de la Virgen María en el Monte de Panayir, y allí le dejé colgado del muro un pañuelo de papel de color lila con todos mis deseos… Llamadme cateta si queréis, pero ¿Y si se cumplen? Aunque con tantas peticiones que había, no sé cuando me tocará la vez...












Éfeso es un lugar muy interesante desde el punto de vista histórico y su conjunto artístico está estupendamente conservado. Tras un largo y sofocante paseo fuimos viendo la Puerta de Hércules, el Templo de Adriano, la Biblioteca de Celso y ya al final del recorrido un impresionante teatro romano desde donde contemplamos una admirable puesta de sol.


A orillas del mar Egeo nos esperaba Esmirna (Izmir), la tercera ciudad más grande del país, con su paseo marítimo y el ruido ensordecedor propio de toda metrópoli. En la actualidad es un próspero centro industrial con respecto a la seda así como antiguamente lo fue de las delicadas cerámicas que adornaban las mezquitas y palacios del país.

Ya queda menos para conocer Estambul…


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