Sensaciones extrañas. Mis expectativas no era muy altas
antes de viajar a Uzbekistán y la verdad es que he vuelto un poco desencantada
y pensando que no estuve muy acertada con el destino. Nos divertimos pero no de
la forma que me hubiera gustado, y es que el país no me ha aportado una
experiencia especialmente grata, esta es mi visión. Sigue siendo un país muy
soviético, han sido muchos años y esto se refleja en los comportamientos de sus
habitantes. Quizás en mi caso es inevitable compararlo un poco con Irán, país
que me dejó el listón muy, muy alto por los monumentos que lo componen y sobre
todo por la gente. Eso, sí en lo que respecta a la gastronomía son igualmente
de aburridos...
Una primera decepción fue Samarkanda, mítica ciudad y
deseando visitarla desde mi juventud, y de la que me esperaba algo
impactante... Por supuesto que El Registán te deja con la boca abierta y
reflexiva cuando piensas en la cantidad de personas que han estado contemplando
este lugar a lo largo de la historia, pero la ciudad en sí misma no tiene nada
más de interesante o al menos yo no lo encontré.
Confieso que me han gustado mucho más ciudades cono Bujara y Khiva, sobre todo esta última de las Mil y una noches.