30 abril 2008

Asamblea de herramientas

Cuentan aquí que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea, que consistió en una reunión de herramientas con el fin de arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además, se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, ¿El motivo? Había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante semejante ofensiva, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija porque hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro que siempre se pasaba el tiempo midiendo a los demás según su criterio, como si fuera el único posible y perfecto. En ese momento, entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando el martillo, la lija, el metro y el tornillo de manera que la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente vacía, la asamblea reanudó el proceso de deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos, así que no pensemos ya en nuestros puntos negativos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos positivos. La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas, y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad y se sintieron, además, orgullosos de sus fortalezas y de poder trabajar juntos.


Por alguna extraña razón somos bien avispados a la hora de encontrar defectos en los demás, aunque nos convertimos en auténticos topos cuando se trata de ver los nuestros propios, vamos, que pasan totalmente desapercibidos.

Y es que no es fácil esto de examinarse y llamar a los propios defectos por su nombre. La mayoría de las veces los ocultamos, opino que porque pensamos que no estamos a la altura de los otros, porque deseamos caer bien o incluso fascinar a alguien que nos mola, por miedo a que nos rechacen si conocieran ese “fallo”, porque nos permitimos el lujo de pensar por los demás y mostrar una imagen cómo pensamos que a ellos les gustaría que fuéramos. En ocasiones, nos recreamos en los defectos de los demás para autoconvencernos de que los nuestros son nimiedades, una idea tan estúpida como la de la fea que sólo busca amigas más feas que ella para parecer la más guapa de la pandy. Y para complicar más la escena, nuestros amigos nunca nos van a dar pistas por no hacernos pasar un mal rato y los que no son amigos, pues ni les va ni les viene, es más, hasta se alegrarán de que esos defectos permanezcan anclados a nuestra vera.

Relacionado con este comportamiento sobre la percepción de defectos, está esa teoría del espejo apoyada en que vemos reflejados en los demás esos defectos que tanto nos cuesta reconocer en nosotros mismos. Si ya lo decía con mucha valentía la sartén al cazo: ¡apártate, que me tiznas!

Somos así de necios, capaces de reconocer en otras personas aquello que nos disgusta de nosotros y que a nosotros nos resulta tan cercano y tan, tan conocido, (puesto que imagino que son rasgos que forman parte de nuestra forma de ser), e incapaces de corregir nuestra conducta. Si aprovecháramos ese buen y barato “detector de defectos” y observáramos lo que nos crispa de nuestra familia y pareja, nuestros amigos y compañeros de trabajo, pues nos daríamos cuenta como si de un espejo se tratara, que la gente de nuestro entorno nos refleja precisamente la imagen de todo eso que no nos gusta de nosotros mismos y también de lo que nos gusta, pero lo que admiramos es más fácil de reconocer.

Efectivamente, todos tenemos un buen saco de defectos, los admitamos o no, y es bien cierto que aquellas personas que nos tratan con frecuencia, suelen reparar en nuestros defectos y virtudes a muy corto plazo, otra cosa es que nos lo cuenten, claro está. Y dado que nos convertimos por arte de magia en indiscutibles clarividentes a la hora de descubrir los defectos de los demás, tal vez un buen signo de amistad pueda ser que nos digan que es lo que hacemos mal o en qué deberíamos esforzarnos por mejorar, y estarles agradecidos por esos comentarios. Esto sí que es de seres inteligentes.




16 abril 2008

Besos de pez

Hay días y Días, y algunos de esos Días, me despierto sonriendo al café y a la mañana de una manera especial, algo que me ocurre siempre que voy a ver a mi sobrino.

Yo, que por diferentes razones me siento cómoda con mi sonrisa y por eso, creo, me río y sonrío con frecuencia, por ejemplo, cuando recuerdo mis despistes o las situaciones graciosas que he vivido con mi familia, mis amigos, mis ex-parejas..., cuando me siento querida o sorprendida, cuando repaso mi infancia, cuando rebobino en el tiempo y pienso en el ajetreo de la vida universitaria..., pues resulta que cuando mi sonrisa es consecuencia de la ternura que inspira un niño, y especialmente ahora que lo vivo en primera persona con mi sobrino Jorge, es como si no lo hubiera hecho nunca porque siento que sonríe también mi corazón.

Es preciosa, la Ternura ¿A qué sí? Y es que a través de ella parece que la vida nos da una recompensa, y esa ternura tan molona que me inspira mi sobri me traslada a una nube de sensibilidad en la que tomo asiento, y me río y sonrío, con y sin motivo, porque sin esfuerzo alguno me conquista incesantemente con su expresión de alegría en cuanto me ve, con su amplia sonrisa y unos ojos que hablan, ese abrazo tan cortito que apenas llega a rodearme, y el adorable besito a veces regalado y otras requerido... Me emociona pensar en el día en que ponga sonido a sus besos de pez, bueno, yo les llamo besos de pez porque aún no ha descubierto como hacerlos sonoros y abre la boca como si de un pez se tratara antes de acercarla a mi mejilla; pero, aún sin sonido, son tan dulces que me encantan.

Es tan entrañable ver como pasa con extraordinario cuidado las hojas de sus cuentos, como distingue a la mala-malísima de la buena de Cenicienta, y es que, hay que ver lo que le gustan los libros y las revistas a este niño. Ojalá todo esto sea un presagio de que se convertirá en un buen aficionado a la lectura…, y a la ternura.

Y es que ya sabemos que los niños son tiernos y espontáneos por naturaleza, y parece que nada les da vergüenza. Una pena que el sentido del ridículo se incremente a medida que nos hacemos mayores y perdamos la inocencia a la hora de ser afectuosos, y algunas veces, no se nos ocurra actuar con esos pequeños detalles que hacen nuestra vida enormemente más atractiva y la hinchan de pequeñas sorpresas, ese regalo original, esa visita imprevista, una llamada o abrazo sin intención de llegar a nada más, y tantas otras cosas. Y no es que me vea reflejada en esta conducta, porque considero que cuido bastante los detalles con la gente que quiero; pero desde ahora mismo me planteo practicar mi ternura con más frecuencia. Y es que todo en esta vida es mejorable.

14 abril 2008

Aceptar elogios


Últimamente pienso que no está mal aceptar elogios, quiero decir, que me alegra y me siento bien al recibirlos. Vamos, que me encanta, especialmente, escuchar y leer que os gusta este blog y que estáis casi “enganchados” a él. Nunca lo hubiera imaginado…

Siempre me ha gustado escribir y llevo años haciéndolo, sólo que no me había llegado el momento de desear hacer públicos mis pensamientos, y también es cierto que hasta hace dos años y pico desconocía la existencia de este medio, que dicho sea de paso, me parece perfecto. El hecho es que un revés en mi vida desató en mí la necesidad de contarle al mundo algo de lo que estaba pasando por mi mente, sólo algo, porque es lógico que no todo lo que pienso y he escrito aparece en este blog. Así nació el Rinconcito. No fue difícil encontrar un nombre con el que identificarme.

Algunas de las personas que paseáis por aquí, y ahora me estoy refiriendo a gente que me conoce personalmente, que me seguís y os interesáis por lo que escribo, entiendo que es porque efectivamente os atrae lo que cuento o como lo cuento; aunque también podría ser porque me apreciáis y deseáis saber de mí.

No voy a desvelar aquí las opiniones de los que sois al mismo tiempo lectores y amigos, o lectores-anónimos y amigos, toma pullita!, porque en todo caso os correspondería a vosotros hacerlo, aunque sí creo que tenéis razón los que me habéis dicho que este blog muestra muy bien como soy, y que “me pega” mogollón.

Por otro lado, estáis las personas que sin conocerme personalmente llegáis aquí por casualidad, y que dejáis comentarios o me enviáis unos mails que me dejan absolutamente atónita. Incluso, para mi sorpresa, repetís la visita y manifestáis estar casi enganchados. Supongo que hay factores que influyen para que una persona dedique su tiempo a leer un blog, una primera vez quiero decir, porque las razones que os llevan a repetir aún no me las he planteado.

En el caso de este blog, tengo claro algunas de ellas. Mis primeros lectores fueron parte de mi familia y mis mejores amigos en el momento de la creación del blog a los que les di acceso para entrar a leer. Posteriormente lo hice público porque puse un enlace a una página que supuestamente me daba dinerín, pero resulto que me robaba mucho tiempo y no obtenía nada de beneficio, así que lo he suprimido. Habrá también gente que lo encuentre de casualidad en blogger o a través del contador de visitas Neo, no me preguntéis el motivo porque de veras que no he hecho nada para que aparezca en esa lista. No obstante, a juzgar por los países, imagino que no todos los que lo vistan lo leerán.

Otro de los motivos: por un enlace que dejé en un blog, en un momento de calentón y por error, ya que pensaba que eran datos que no se publicaban, ejem, pero ya está superado. Otra razón, esta vez importante, y es que a lo largo de estos meses he conocido a gente a la que he enviado el enlace a modo de tarjeta de visita, simplemente porque me ha apetecido que me conozcan un poco mejor. Así es que comprenderéis que lo que más me flipe es saber que algunos habéis llegado aquí a través de búsquedas en Internet, será porque utilizáis Google Blog Search y la probabilidad es mayor!?? Aprovecho el momento y contesto:

# Pep, gracias por el título de casi-buceadora; pero de momento estoy leyendo un libro sobre buceo y voy a nadar. Ya veremos qué pasa en mayo o junio…

# Alicia, te encantará Turquía y la experiencia en globo es genial desde el momento que inflan los globos mientras ves amanecer hasta que te dan el diplomita!! Merece la pena arriesgarse.


Lo cierto es que me encantan vuestras visitas y leer vuestros comentarios, y os lo agradezco un montón, aunque no es eso lo que me mueve a seguir escribiendo. Me alegra que a algunos de vosotros os guste, pero aunque no fuera así, siempre y cuando tenga algo que me apetezca teclear, interesante o no, y tiempo para ello, porque entre que estoy enredada en mil historias y que todavía sigo siendo bastante perfeccionista…, pues aquí estaré.

13 abril 2008

Por el sur de Manhattan

La zona llamada Bajo Manhattan, al sur de la isla, es la parte más antigua, con la Estatua de la Libertad y el distrito financiero famoso por sus monumentales rascacielos. Aquí se encuentra el edificio que acoge la Bolsa de Nueva York, Wall Street, escenario donde se filmó la película del mismo nombre. Me hubiera encantado ver su interior.


Ya no queda nada del World Trade Center y las torres gemelas, tan sólo el recuerdo a las víctimas de aquel atroz atentado y a los que fueron los edificios más altos del mundo. La zona cero impacta.

Ahora mismo es un grandísimo agujero sobre el que se construirá un monumento a las víctimas, cuya finalización está prevista para el año 2.013.



Próxima a la zona financiera se encuentra el Battery Park, el lugar de donde sale el ferry que te lleva a la estatua de la Libertad y la isla de Ellis. Probablemente una de las imágenes más típicas de Nueva York, de esas que nos vienen a la mente cuando nos referimos a ella es, además de sus asombrosos rascacielos, la estatua de la Libertad, que fue un regalo de Francia a los EEUU con motivo de los lazos de amistad que les unieron a ambos durante la Guerra de la Independencia. Qué cosas.

Colas kilométricas para ver una estatua, que, bueno… ya se podían haber estirado más los franceses, porque es pequeñísima, o haberles enviado flores. A mí me resultó de tamaño ridículo y una visita bien absurda. Primero haces cola y vas en ferry hasta la estatua, te bajas y haces la foto, y vuelves a hacer cola para el siguiente ferry que te lleva a la isla de Ellis donde puedes ver el Museo del Inmigrante, antes de volver a... ponerte a la cola. El recorrido es ese, es decir, no hay opción de volver desde allí a Manhattan. Otro tema importante es que la reserva de tickets por Internet no te exime de hacer cola, salvo que lo hagas para una fecha y hora concreta porque en este caso pasas directamente sin ponerte a la fila.

www.statuereservations.com/online.asp

Desde mi punto de vista fue una mañana perdida, y sugiero que lo mejor es hacer lo siguiente, también desde Battery Park: Subir al ferry que va hasta State Island, según me cuentan, el mismo que cogía Melanie Griffin en Armas de Mujer, y desde el que se obtiene una perfecta panorámica de la estatua y un perfil de Manhattan superbonito, incluido el puente de Brooklyn. Unas excelentes vistas del perfil de la ciudad, de verdad, mucho mejor ir a la planta baja del barco donde hay menos gente, y si es posible dejarlo para el atardecer y así disfrutar del momento de la puesta de sol durante el viaje de regreso.

Además de ser más rápido y bonito, es gratuito porque al parecer cuando su propietario lo cedió al ayuntamiento de la ciudad fue con la condición de que el billete nunca costase más de 10 centavos y hoy en día sería más caro el trámite del cobro. Eso sí, te obligan a bajar del ferry y hacer cola para el siguiente, pero pasan cada 15 minutos en hora punta y merece la pena ver las inmensas peceras que aparcadas en el hall del embarcadero, con peces impresionantes. Otra opción es visitar Staten Island y su Museo Tibetano, que debe ser interesante.





Otros barrios de la parte sur son Chinatown, Little Italy, Soho, Tribeca y Greenwich Village, lugares hablan por sí solos y reflejan la herencia cultural de sus vecinos.

Cantidad de culturas desembocan en las calles de estos barrios y lo cierto es que dan un verdadero encanto a la ciudad. Estuve en Little Italy, a la que creo que deberían cambiar el nombre porque es very, very little y, rizando el rizo, muy Italy tampoco es que sea mucho porque ha sido invadida por los chinos. Tampoco vi mafiosos, ainss, que decepción.

En Chinatown, los chinos se han apropiado de locales donde tienen sus negocios, sobre todo mucha tienda de bolsos de imitación por Canal Street y sus alrededores. Recomiendo que si algo te gusta, mejor regatees un poquito y lo compres, porque tal vez no lo encuentres en otras tiendas. Qué bien que me decidí por ese bolso tan fashion, porque no lo vi en otras tiendas.

Si viviera en Nueva York, Soho sería mi lugar, sin duda, y no es que vaya de guay pero como de momento es un sueño, pues me puedo permitir vivir donde me apetezca. Ea!! Pues eso, que me ha encantado. Fue el barrio de los artistas en los años 60, y supongo que muchos permanecen por allí, a juzgar por las tiendas y galerías de arte que hay sembradas por la zona, por lo tanto, se trata de un barrio con estilo, con un ambiente perfecto, ideal para pasear, con mucha vida, con unas tiendas y sitios de ocio con una decoración ideal. Algunas me hacían gracia, como la boutique para perros y perras, con sillita de paseo y todo...

Parece ser que a principios de los 80 algunos de los artistas residentes en el Soho abandonaron sus lofts cambiándose a otros barrios más económicos como Tribeca, de hecho, la proximidad y el parecido arquitectónico del barrio de Tribeca con el del Soho es notable y hace que aquel parezca una continuación de éste, muy bonito también.

Según leo en una guía, “En la actualidad, Tribeca es uno de los barrios de Manhattan más cotizados y deseados para vivir. Algunas celebridades han establecido aquí su residencia y centro de negocios como Robert de Niro que acondicionó el antiguo almacén Martinson Coffee para su productora Tribeca Films y uno de sus restaurantes: el Tribeca Grill.”

El corazón del barrio del Greenwich Village es el Washington Square Park, cuyo entorno estaba siendo redecorado. Es un barrio muy inglés, con casitas estilo londinense y aparentemente muy tranquilo. Hay un mercadillo con alguna cosilla interesante, puestos de comida, y algunos rincones que enternecen, angustian y refrescan la memoria del horror vivido. Toda una valla con pequeños azulejos con mensajes escritos a modo de homenaje a las víctimas del 11-S.

El puente de Brooklyn, espectacular obra de ingeniería y todo un símbolo de la ciudad, lleva unos 120 años uniendo a Manhattan y Brooklyn. Una impactante recompensa, digamos, se obtiene al cruzar este puente con imágenes de sus altos edificios entre tanta viga de acero; mejor caminar y girarse cuando hayamos recorrido un buen tramo, a veces mirando atrás se consigue una mejor instantánea. Y genial ir de noche, que tendrá la noche que nos hechiza tanto, al menos a mí eso me ocurre. Tenía curiosidad por visitar este barrio también de día, el más poblado de la ciudad y con lugares muy interesantes, pero no hubo tiempo. Next time.



Unos curiosos apuntes gastronómicos, a modo de sugerencia recomiendo especialmente el restaurante Gobo en el 401 de la Avenida de las Américas (6ª Avenida), un vegetariano con una carta de excepción, decoración mini, minimalista, salvo en la cocina que no falta detalle. La comida exquisita y precio económico. Claro, que al cambio hasta los japoneses eran económicos.

Otro que me pareció estupendo, y eso que los japoneses no son mi perdición, pero en este servían también todo tipo de comida asiática. Está por la zona de East Village, muy cerca del hostel que he comentado; pero me olvidé de coger la tarjetita… Lo dejo pendiente...

El Café Miró (474, Broadway), en el Soho, también me encantó. Te preparan las ensaladas y sándwiches con los ingredientes que prefieras, ideal para algo rápido. Un ambiente estupendo y el sitio precioso, aunque parece que estás al revés, porque el parquet lo han puesto en el techo. Será tendencia!? Hombre, con la lata que da cuidarlo, igual es buena idea.


Snif, snif. Que penita me ha dado dejar Nueva York. Hasta el momento, no tengo fecha para darme otra vuelta aunque me he anotado lo pendiente para el próximo viaje:

* Ver El Rey León

* Una copita en locales de jazz, especialmente el sitio donde toca Woody Allen los lunes!?.

* Visitar los barrios de Brooklyn y Queens

* Entrar en las tiendas del Soho, en todas las que me atraigan y sin prisas, y hacer una expedición de compras hacia las tierras de las verdaderas gangas, en New Jersey, que parece que están exentos de impuestos!?

* Vivir el "momento sándwich" con los ejecutivos de Wall Street. No es que me vaya a citar con todos ellos, ni siquiera con uno!, pero tiene que ser graciosa la salida del mogollón de gente impecablemente vestida y trajeada.

* Ir a un partido de baloncesto

¿ … ?

Reconozco que viniendo de una asfáltica, a lo mejor no resulta muy objetivo el comentario, pero Nueva York es una ciudad impresionante y muy divertida, donde te sientes como en casa y también un poco protagonista de una película, y me atrevo a sentenciar que gustaría a cualquiera, incluso a los amantes de la vida campestre. Un destino altamente recomendable.

07 abril 2008

Escoltada por edificios

Es indudable que la hilera de impresionantes rascacielos es uno de los retratos más representativos de la Gran Manzana, expresión que según he leído, empezaron a utilizar los músicos de jazz, que al parecer decían algo así como que "hay muchas manzanas en el árbol, pero si coges New York estarás cogiendo la gran manzana".

La arquitectura de sus edificios es capaz de emocionar a cualquiera y es que, además de ser todo gigantesco, lo antiguo sintoniza perfectamente con lo nuevo y a través del juego de luces y reflejos de unos en las fachadas acristaladas de los otros, se obtienen unas imágenes de la ciudad que una no se cansa de observar y retratar.

Por ello es difícil describir ese paseo matinal entre edificaciones de tal calibre y ese instante al alzar la vista hasta que “el cuello hace crac”, porque la verdad es que he vuelto con los pies destrozados pero con el cuello bastante mejorado!!



Se podría hasta pensar que hay dos ciudades diferentes porque cuando anochece, esos mismos rascacielos que se han sentido protas durante el día, se visten de gala con sus trajes de luces como si empezaran una pequeña pelea para ver cual consigue brillar más que ninguno.

El caso es que, ya sea de día o de noche, Nueva York es una ciudad ciertamente fotogénica, sí señor. Pasear entre sus calles y avenidas es realmente seductor y una se siente una como protagonista de una serie o película. Yo, que descubrí Sexo en NY a través de un amigo que me grabó varias temporadas, y aunque me parece genial, no me ha dado por ahí, pero si hay alguien muy fan, que sepa que hay excursiones organizadas para visitar los lugares donde se ha rodado.

Continuando con los edificios, el primer puesto del podium lo ocupa el Empire State, desde luego el más impactante y el que, sin querer, persigue el objetivo de nuestra cámara. “Construido en 1931, tiene una altura de 381 metros y uno de sus elementos más distintivos es el observatorio que alberga y que ofrece una de las vistas más completas y deslumbrantes de la ciudad, con miradores en los pisos 86 y 102 desde donde se divisan espectaculares vistas de la ciudad. Los 30 pisos superiores se iluminan con diferentes colores dependiendo de las estaciones de año y las diversas celebraciones.”

Vista desde el Empire. Foto regalo de Ruth.

Las vistas de la ciudad desde el Empire son impresionantes, aunque pegarte con la mitad de los turistas para conseguir estar en la primera línea de fuego no sé si es lo más apetecible. Y por otro lado, no creo que merezca la pena soportar colas de hora y media hasta lograr acceder al ascensor, pasando por tienditas varias, un tipo con micrófono en mano que recordaba al momento muñeca chochona de las tómbolas, en su versión “mapita de situación por si surgen dudas de edificios en el mirador”, un fotógrafo profesional para la foto de recuerdo… Prácticamente todo su interior estaba en obras pero, lo infame de esta visita es la pésima organización porque además de no permitir abandonar la supercola en cuestión una vez que pasas el primer control, no registran un aforo, al menos aparentemente, de manera que te encuentras en la terraza con un tapón de tropecientas personas pegándose por la primera línea de fuego para obtener su mejor instantánea..., las mismas tropecientas que hacen de nuevo la cola para bajar. Ciertamente, daba hasta miedo tal mogollón de gente un tanto histérica. Ah, no preocuparse, que en el circuito de regreso pasas de nuevo por las tienditas.

¿Recomendable? Obviamente, al ser el más alto desde ese mirador parece que tocas los tejados de los edificios y se ve una panorámica más completa de la ciudad, con la parte del río y la Isla Libertad, por ejemplo, y también es verdad que impresiona más que la vista que obtienes desde la terraza del Rockefeller; pero se pierde tanto tiempo, y me agobié tanto, que salvo que estés un montón de días en la ciudad, personalmente prescindiría de ella. La puesta de sol es lo más apetecible y por lo tanto, es posible que haya más follón, pero en todo caso mejor asomarse con vistas nocturnas de la ciudad y reservar antes por internet, porque es todo un honor pasar directamente a la cola más larga!!!

El Rockefeller Center, es el complejo comercial y de entretenimiento más grande de EEUU y tiene una plaza, que además de acoger el mega-árbol de Navidad se usa como terraza de restaurante en verano y como pista de patinaje sobre hielo en invierno, justo el escenario que yo vi: gente patinando al aire libre a ritmo de una música muy animada. Es un “viaje al cielo” en un ascensor precioso, con el techo transparente, superchulo, éste sí que tiene glamour, aunque no me parece justo que te obliguen a pagar con tarjeta de crédito y te cobren comisión por ello, y para colmo no te adviertan previamente. No es para arruinarse, pero no lo veo bien.

Otro edificio emblemático, y que me encantó, es el Chrysler, y es que los destellos de su original cúpula metálica se reflejan tan extraordinariamente que se distingue desde muchos otros puntos de la ciudad.

Hay otras construcciones que destacan no sólo por sus exteriores y la Biblioteca Nacional desde luego es como para no perdérsela. Extraordinario edificio con un interior que no deja indiferente a nadie, y que alberga unas salas y unas colecciones alucinantes, vamos, que yo no podría estudiar allí ni de coña. Servicio de Internet gratuito en una de sus salas tan sólo mostrando el pasaporte.

Se necesitan varios días para ver muchos de sus museos y no tuve demasiado tiempo. Sólo visité unas horas el Metropolitan, precioso edificio y supongo que el recorrido lo diseñó el mismo que trazó el del metro porque vaya follón de sitio. El Moma, sin embargo, parece que está muy bien "señalizado" y llegas fácilmente a la sala que pretendes según me contaron.


La pieza más grande de este museo es el Templo Dendur, del año 15 a. d. c., que fue un regalo del gobierno egipcio a los EEUU y llevado desde las orillas del Nilo a Nueva York piedra a piedra, ahí es ná. Lo de los egipcios no es normal. El caso es que no lo encontré, ni eso ni la parte asiática, porque me perdí por otras salas…

Otra chulada: La Estación Central de Nueva York, que tardaron como diez años en construirla, y además de ser un característico escenario de algunas películas, es muy significativo entrar aunque sólo sea por el placer de regalar a nuestras retinas la visión de un vestíbulo, creo que es el más grande del mundo, repleto de gente hasta la bandera, y subir a lo alto de la escalera donde la perspectiva es impresionante y contagiosamente caótica. He leído que pasan unas 500.000 personas al día y no precisamente paseando, así que te dan ganas de empezar a correr... En la planta inferior hay una zona de descanso con unos butacones con una pinta de cómodos…, obviamente, todos ocupados por gente durmiendo a pierna suelta. Efectivamente, por si alguien tenía dudas, la gente también duerme siestas fuera de las fronteras de España.

El edificio de la ONU también está fenomenal. Al entrar, nos topamos con un coro con voces impresionantes y tan sólo hubo tiempo para ver una exposición que muestra el ingenio de la gente al plasmar en sus dibujos, con pinceladas de humor, sus conclusiones sobre las consecuencias de las guerras. Divertidísimos. Queda patente que el humor es universal. Se puede visitar el interior por cuenta propia o con visitas guiadas en diferentes idiomas, pero a horas concretas así que otra cosa pendiente para cuando repita destino porque lo encuentro muy interesante.


Y basta ya de interiores. En la Quinta Avenida todo suena a elegancia y lujo. Y sí, estuve en Tifanny & Co, si es que ellos (los edificios), pueden conmigo..., que en mi caso, tiene cierta similitud con los Paradores en España. De unos conozco sus cafeterías y de Tifanny sus aseos, me los imaginaba más espectaculares, que es lo que me pude permitir, y también sus vitrinas, que por mirar de momento no cobran! Impresionantes joyas, pero lo dicho, no me daba ni para un alfiler!!!

Es otro estilo, pero me ha encantado el edificio de Appel, cuya entrada es un simple cubo transparente con la manzanita, todo tan blanquito y los dependientes con sus polos de color turquesa. Preciosos ordenadores y esas increíbles pijotadas que venden y que puedes, sin tiempo limitado, incluso navegar por Internet gratis. No pude resistir la tentación y me compré la Ipod Nano, una monada, pero a ver si consigo cargar música...

Desde el interior de la tienda Appel


Es el momento de hablar de las compritas. Este apartadillo me ha encantado y ni que decir tiene que me han faltado días para continuar, y eso que llené la maletita que iba vacía… En esta ciudad se puede comprar de todo, eso es obvio. He encontrado especialmente super bien de precio todo lo referente a electrónica, fotografía, ropa de marca americana (sobre todo de niños), cosméticos de marca americana, y calzado, además bonito. Entre que algunos de estos productos son de por sí mucho más baratos y el fabuloso cambio del euro con respecto al dólar que vivimos, que quien nos lo iba a decir…, el resultado es que algunas cosas estaban a mitad de precio. Con razón era como ir de tiendas por Madrid, con tanto español alrededor, y un buen número de italianos.

Dentro de toda la amplia oferta de tiendas, recomiendo especialmente dos:

B&H, en el número 420 de la 9ª Avenida. Bestial de grande, buenos precios en todo lo referente a material fotográfico y electrónica, con una perfecta organización, se nota que los dueños son judíos por el sistema de pedidos, pagos, recogida…, todo está perfectamente estudiado. Hay muchos dependientes que hablan español y tan sólo hay que tener en cuenta precisamente eso, que son judíos, y por lo tanto el viernes por la tarde y el sábado está cerrada pero los domingos abren.

http://www.bhphotovideo.com


Macys, en situado en Herald Square cerca del Empire State. Similar a nuestro Corte I., con ropa de diseñadores con mejor precio que en la propia tienda de la marca en cuestión y por lo visto mucho mejor que en España. Tan sólo tienes que ir a Atención al Cliente y mostrar tu pasaporte, y te darán una tarjeta válida por 30 días con la que consigues un 11% de descuento en el momento del pago. Ojo, que el descuento no vale para las secciones de electrónica ni cosméticos, en la que por cierto te maquillan en el momento sin mucho problema. Yo no lo probé por falta de tiempo, pero las clientas que vi, estaban muy monas.

http://www.macys.com


Y ya sólo queda: El sur de Manhattan, que está en maquillaje...



06 abril 2008

Enganchada a Nueva York

Times Square

Millones de personas se chocan entre colosales letreros luminosos y enormes pantallas de televisión, tiendas, restaurantes, y además, este lugar emblemático y un punto obligado, es el corazón teatral de la ciudad con unos 40 teatros por la zona a la que llaman Broadway. Toda esa zona está iluminada día y noche y hace que Londres y su Picadilly parezca el pueblo, o esa impresión me ha dado a mí…

Próximas a esta plaza están las taquillas de TKTS, (referencia: los bajos del hotel Marriot), interesantes porque se pueden comprar, entradas de teatro a mitad de precio sólo para el mismo día de la función. Ojo, que únicamente admiten el pago en efectivo.

El teatro New Amsterdam es pequeño pero precioso, y maravilloso ha sido disfrutar del musical en Broadway. Me habían aconsejado que viera El Rey León, el mejor, pero sólo quedaban al precio de 250 $..., y de todas formas Mary Poppins fue entrañable y precioso. Fabuloso montaje y geniales los actores. Me encantó. Perfecto.


Central Park

Mucho tiempo se precisa para poder saborear cada rincón de Central Park, un enorme recinto con escenarios muy populares que nos hacen pensar en numerosas películas. También fotografié el mítico monumento a Lennon próximo al lugar donde le asesinaron; tan sólo faltaba el Imagine de fondo…

Acicalado para cualquier estación con lagos, puentes, calles asfaltadas, fuentes y alguna que otra escultura, ya se encargan precisamente ellas, las estaciones digo, de vestirlo con un manto blanco, hojas verdes o una maravillosa combinación de tonos amarronados y dorados. Así aparece fotografiado en los puestos callejeros y tiendas de los museos, pero a mí me tocó disfrutar de un Central Park exhibicionista, con todas las vergüenzas al aire. Si no fuera por los rascacielos que decoran el fondo tras las ramas limpias de hojas, la vista diría más bien poco.

A diario parece un lugar bastante tranquilo, pero por lo visto en sábado y domingo se abarrota de gente que hace deporte, va de picnic o se pone a pintar. Esta vez no pudo ser, porque hacía un frío del carajo pero como voy a volverrrr… No me extraña que salgan en la tele con gorros y los vasos de café en las manos, claro, para evitar que se congelen sus cerebros y deditos.

Y además de ser un lugar genial para abstraerte de la ciudad, Central Park en verano acoge todo tipo actuaciones musicales en vivo y obras de teatro; pero esto ya lo contaré cuando vuelva del próximo viaje, que NY también hay que verlo en verano!!

Si hay tiempo recomiendo pasear por la parte exterior del parque, bien por la zona este, donde se concentran muchos de los museos como el Metropolitan o el Guggenheim, o por la oeste, hacia donde está el campus de la Universidad de Columbia, que es impresionante de grande.

En la elegante Quinta Avenida (frente al Rockefeller Center), nos topamos con la Catedral de San Patricio, la mayor catedral católica de estilo gótico de EEUU, que comenzó a construirse en 1858 y se terminó en 1.888. El interior es precioso y merece la pena hacer una visitilla, puertas muy chulas y un rosetón bastante bonito, hombre, el de la catedral de León es que se sale de bonito. A mí me sorprendió gratamente porque el exterior no me decía mucho, sobre todo por el patético entorno que han permitido construir a su vera.

La Catedral es todo un símbolo del dominio católico irlandés de finales del siglo XIX y está dedicada a San Patricio, cuyo día celebran los irlandeses a lo grande y menudo lo que beben!! Estuvimos presentes en el desfile, que en mi opinión es un poco caca, la verdad, aunque tiene su punto divertido a modo de sesión de risoterapia porque eso de tener que llevar tanto complemento de color verde algunas veces resulta tronchante. Hasta los donuts eran verdes ese día...


Harlem

Que Manhattan sorprende, es innegable. Pero, especialmente Harlem, sobrecoge y atrapa, y cuando una llega al barrio parece que ha viajado en la máquina del tiempo… Sencillamente, me ha encantado. Parece una ciudad diferente, con edificios más bajos, con canastas de baloncesto en sus pequeños patios, con modelos de coches de hace bastantes décadas aparcados en sus calles…

Es imprescindible ir en domingo a este barrio y acudir a una misa en alguna de sus parroquias. Toda una experiencia. En mi caso fue la Abyssinian Church, y es muy recomendable reservar a través de Internet lo antes posible y, además, llevarse el email de confirmación impreso, así como mostrarlo “al armario empotrado negro” que tienen custodiando su entrada principal. A este tipo lo reconoceréis enseguida.

Varias horas en un sin vivir… El hombre-armario diciéndonos a los turistas (a grito pelado), que no podíamos entrar, y mientras, una vecina con aspecto de recién levantada le gritaba desde la ventana que todas las semanas con la misma historia, un show impagable, de verdad, y allí, ironías de la vida, los blancos, esperando pacientemente en la acera de enfrente a que entraran todos los fieles negros… No me digáis que no tiene coña la cosa… A pesar de llevar el mail impreso con la confirmación de la reserva, al ser Pascua preveían que acudiera un mayor número de fieles que cualquier otro domingo; por lo que se ve, todas las religiones tienen picos de asistencia y es totalmente comprensible. Lo que no nos pareció tanto, fue escuchar al hombre-armario gritándonos que no sacáramos fotos a la gente (su gente), y minutos más tarde veíamos a la negra de turno haciéndonos fotos al mogollón de turistas de la acera de enfrente, y todos de coña (pero bajito…), diciendo “No pictures, no pictures”.

Durante las horas de espera, una mujer negra “elegantemente” vestida, esto es, con pamelón a juego con la chaqueta de lo que debía ser su traje, porque era lo que asomaba por la ventanilla de su brillante monovolumen, se ofrecía a llevar a la gente a otra parroquia. No preguntamos el precio, pero el caso es que hizo varios viajes. Ni Marketing, ni página Web ni ná.

Finalmente y gracias al papelito, entramos. Otro negro nos indicó el camino hacia el “anfiteatro”, con bancos dispuestos en semicírculo, y el negro acomodador con guantes blancos y pajarita, nos mostró nuestro sitio. La ceremonia empieza con la entrada del coro hacia el altar cantando en fila india, aunque llega un momento que los pierdes de vista ya que pasan detrás del altar y suben unas escaleras, para entrar de nuevo en el anfiteatro. Había unas 90 voces, diferenciadas en dos grupos de mujeres y uno de hombres, esta fue mi deducción, teniendo en cuenta que tengo por oído un zapato... El Aleluya, que la verdad es la única que recuerdo, fue súper y un par de solos cantados por dos mujeres nos dejó sin palabras. Aplausos y más aplausos. Los demás fieles también cantaban, y sonaba estupendamente!!! Esto de cantar bien debe ir en los genes, porque de otra forma, no se explica.

El predicador podía merecerse un post para él solito, pero le daré un párrafo para no alargar mucho el viaje. Que bárbaro, menudo Director Comercial, de los que vende arena en el desierto y encima cara, vaya. Que sepáis que la superbandeja (que se parece a la del pavo de Acción de gracias) para la limosna, la pasan dos veces y los de allí, niños y adultos, echan muchos billetes e incluso sacan sus chequeras. Muy amable también el pastor, nos pidió a los visitantes que nos levantáramos para solicitar al público un caluroso aplauso de bienvenida, y como para no levantarse…, porque es obvio que se nos distinguía claramente…, por el color y por los vaqueros, que a mí los vestidos largos de las bodas ni se me ocurrió llevarlos, la verdad. Y es que vaya “elegancia”, parecía que los niños y niñas que estaban haciendo la Comunión o similar.

Lo más sobresaliente de todo fue, que al tratarse de Pascua, bautizaban a siete personas, siete adultos, alguno de ellos casi octogenarios, la verdad y a propósito, los pobres eran los menos elegantes, con una sabanita blanca enrollada al cuerpo, hay que ver... En la parte superior del altar estaba la pila bautismal, que es de mármol y parecía un jacuzzi en toda regla. Qué momento, el del bautizo. La gente se tronchaba, yo también, y es que ver a la sacerdotisa con el micrófono como si fuera cantante en un concierto o una operadora de call center, salpicada de agua, especialmente cuando sumergieron entre dos al tipo de casi dos metros tirándolo hacia atrás…, y salió a la superficie “con el contenido de dos cubos de agua!?”… El momento de la salida era captado por la fotógrafa oficial, que hay que tener mala leche, con la sábana pingando y los pelos todos aplastados, esa pinta de pollo que tenemos todos al salir del agua, pues va y les tira la foto. Si es que hay cosas que es mejor hacerlas de pequeños…

En definitiva, la misa en sí fue muy emotiva y muy divertida, dos horas y pico duró, pero se pasan muy rápido. Repetiría encantada. Tan sólo entré en un McDonals, pero mirad qué momento he inmortalizado…