20 febrero 2010

Deshojando margaritas

Cuando una persona nos atrae hacemos todo lo posible por conquistar su corazón y tratar de conseguir ser correspondidos, pero no se nos ocurre pensar objetivamente si esa persona nos conviene como pareja. Creo que estaría bien que nos paráramos a analizar a esa persona que nos gusta y que nos agrada enormemente que forme parte de nuestra vida, y pensáramos si posee o no, todas esas cualidades que consideramos primordiales en una pareja. Y estaría más que bien, dedicar un ratillo a saber más de nosotros mismos y llegar a conclusiones sobre lo que verdaderamente nos importa en una pareja, y otro ratillo a preguntarnos si esa persona, como poco, se aproxima al ser que deseamos.

Me conviene, no me conviene. Pienso que todos podemos elegir, y en los inicios de cualquier historia que surja entre dos personas hay un tiempo en el que podemos perfectamente distinguir si nos conviene rodar más capítulos juntos o mejor ponemos punto y final a la serie, y podemos por lo tanto decidir si merece la pena o no continuar con esa relación. Que sí, que sí, que todos podemos elegir, salvo las personas que están muy ocupadas en tratar de venderse y mostrarse como no son, más que nada porque en este caso los razonamientos lógicos se complican bastante cuando se está interpretando un papel…

Las experiencias me han demostrado que con el amor no basta. Se ha de remar al mismo ritmo y en el mismo sentido, y es obvio que además de unos valores afines, los intereses (la mayoría, al menos) y los objetivos han de ser también comunes. Pero además de los valores, hay cualidades que nos encantaría que tuviera la persona que comparte nuestra vida; claro, que habría que analizar si nosotros poseemos estas mismas cualidades y si estamos dispuestos a dar a la otra persona lo que requerimos de ella dado que se presupone que son cosas importantes para nosotros.

Después de lo vivido y lo leído, en mi opinión, sucede que en temas de relaciones solemos actuar por esquemas basados en relaciones vividas a veces sin darnos cuenta que al ir madurando no necesitamos lo mismo hoy que hace dos o cinco años. La madurez y la experiencia me ha hecho ver que hay cosas fundamentales que ayudan a distinguir un Hombre de un hombre o a una Mujer de una mujer.

Desde mi punto de vista, por ejemplo, encuentro imprescindible en un buen compañero y amigo, que sea un Hombre íntegro. Honesto, leal, con sentido de la ética, de la responsabilidad… todos estos valores que considero que deberían venir instalados de serie en nuestros cerebritos y por supuesto que me refiero tanto a hombres como a mujeres.

Me parece a mí que me convienen los Hombres firmes y transparentes, esos que actúan con naturalidad, tal y como son, que se sienten seguros con sus decisiones y su forma de actuar; esos que no tienen necesidad de venderse, ni de persuadirme de lo extraordinarios que son.

Luego están algunas cosillas obvias. Me encanta por ejemplo, que un Hombre sea lo suficientemente avispado como para saber cómo debe salir de casa, sin tener que preguntar a la Mujer que tiene al lado!! Y además, salir con buena nota!! Debería cuidar su aspecto y cuidarse en general, porque pienso que un Hombre que se preocupa de cuidar sus formas y su salud, y que valora las cosas que le pertenecen, conseguidas con mayor o menor esfuerzo, entiendo que va a ser capaz de cuidar y mimar de una manera muy especial a la Mujer que forme parte de su vida, y además de hacerlo encantado, va a ser capaz de dejarse cuidar y mimar por esa misma Mujer... Qué a algunos mira que les resulta complicado dejarse querer...

Cosas mías, no me voy a extender más... Demasiado complicado, tal vez!???

01 febrero 2010

Valer mucho

En una conversación, un hombre le hace a una mujer la siguiente pregunta:

- ¿Qué tipo de hombre estás buscando?

Ella se queda un momento callada y luego le preguntó:

- ¿En verdad quieres saber?

- Sí, respondió él.

Ella empezó a decir:

- Siendo mujer de esta época, estoy en una posición de pedirle a un hombre lo que yo no podría hacer sola.

Tengo un trabajo y pago todas mis facturas. Me encargo de mi casa sin la ayuda de un hombre, porque soy económicamente independiente y responsable de mi administración financiera. Mi rol ya no es el de ama de casa dependiente de un hombre. Más bien, yo estoy en la posición de preguntarle a cualquier hombre, ¿qué es lo que puedes aportar a mi vida?

El hombre se la quedó mirando y claramente pensó que se estaba refiriendo al dinero.

Ella, sabiendo lo que él estaba pensando, dijo:

- No me estoy refiriendo al dinero. Yo necesito algo más. Necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida.

Él cruzó los brazos, se recargó sobre la silla y mirándola le pidió que le explicara ese detalle.


Ella dijo:

- Yo busco a alguien que luche por la perfección mental, porque necesito con quién conversar, no necesito a alguien mentalmente simple.

Un hombre que luche por la perfección financiera, porque, aunque no necesito ayuda económica, preciso de alguien con quien coordinar los dineros que entren en nuestras vidas.

Yo busco un hombre que luche por su individualidad, que tenga la libertad para salir a volar y regresar responsablemente a su nido, porque
enriqueciéndose a sí mismo tendrá algo maravilloso que regalarme cada día.

Un hombre suficientemente sensible para que comprenda los momentos que yo paso en la vida como mujer, pero suficientemente fuerte
para darme ánimos y no dejarme caer.

Estoy buscando a alguien a quien yo pueda respetar, partiendo del respeto que él mismo se gane con el trato, el amor y la admiración que me dé.

La mujer debe ser compañera del hombre, ni menos ni más... Para que juntos forjen una vida en donde la convivencia los lleve a la felicidad.

Cuando ella terminó de hablar lo vio a los ojos, él se veía muy confundido y con interrogantes.

- Estás pidiendo mucho, le dijo él.

Ella le contestó:

- "Yo valgo mucho".


( Anónimo)

Pero podría haberlo escrito yo, porque yo también deseo estar con un Hombre así, entre otras cosas porque yo también sé que valgo mucho. Ea!!!