04 junio 2008

Seducida por una ciudad

París huele a primavera y seduce sin esfuerzo alguno, tener la oportunidad de empaparme unos días de esa maravilla de ciudad ha sido genial.

Leo aquí que "el sobrenombre de Ciudad de la Luz se debe a que París fue la primera ciudad en dotar a sus calles y edificios importantes de luz eléctrica, lo que causó admiración en todo el mundo..., París, ha sido también la luz del mundo y ciudad adelantada a su tiempo como muestra el hecho de que aquí se fraguaron los derechos del hombre, y los principios de libertad, igualdad y fraternidad, principios que aún hoy no están presentes en muchos lugares del mundo."

Aunque sólo he visitado París en invierno y primavera, y no deja de ser una ciudad gris, intuyo que brilla siempre a los ojos de cualquier persona independientemente de la época del año que se visite, y esto a pesar de que la climatología que me ha acompañado en ambos viajes ha sido terrible: lluvia intensa, amanece despejado y al rato se nubla y llueve, vemos sol, mucho sol y de repente llueve y sopla un viento del copón, o lluvia y mucha lluvia por la mañana, unos rayitos de sol y vuelta a llover..., no me extraña que esté todo tan verde, y es que este color tiene un precio. Ni que decir tiene que la lluvia desluce un motón las vistas, las fotos, y todo en general; pero aún con lluvia, volveré a París.

Son tantos los lugares interesantes y tantas las maravillas artísticas que ofrece, que no se sabe por dónde empezar, y creo que en realidad da lo mismo que vayas tres, cinco o quince días, porque siempre faltará tiempo para verlo todo y te quedarás con ganas de repetir..., al menos esta es mi experiencia. Por otro lado, y en contra de lo que había escuchado y leído, los parisinos me han parecido muy amables y simpáticos, hasta bromistas.

París es más que una ciudad con encanto, es un caracol de barrios y mezcla de culturas bien diferentes. Romántica por excelencia, enamoran sus edificios, sus calles y su ambiente con todo un abanico de posibilidades, ya que uno puede escoger el París más monumental, el artista o el más chic, sin olvidar Paris la nuit.

Me fascinó esa Chueca parisina, El Marais, que me resultó un barrio con mucho encanto y con unas tiendas la mar de bonitas en las que vendían cosas muy originales, y con bastantes pastelerías judías que se encargan de recordarnos los orígenes del barrio. Callejear por esa zona es genial, y ni que decir tiene que me faltó tiempo para verlo todo y elegir mejor las compras.

Cerca de este barrio está la plaza de la Bastilla, con un mercado que está fenomenal. Magnifica representación gastronómica del país cada martes y jueves, tanto, que todo es apetecible, el pan, los patés y los quesos. Adoro el queso, por lo tanto mi perdición... Según me contaron cuando se acerca la hora de cierre del mercado los precios bajan mogollón, lógico, por lo tanto si el plan del día lo permite es mejor ir a esa hora. Dejo algunas de las webs de productos que me resultaron apetecibles y muy ricos, quesos y patés.

www.aubonfromage.com

www.lapetiteperigourdine.fr

En lo alto de la colina de Montmartre se asoma la Basílica del Sagrado Corazón, cuya construcción fue consecuencia de una promesa por parte de un grupo de católicos que en 1870 prometieron construir una iglesia al Sagrado Corazón si París salía intacto del ataque de los prusianos. El mantenimiento debe ser carillo, ya que encender una velita pequeña costaba 2 euros, bueno, igual estaba bien de precio porque desconozco las tarifas en España. Su localización le otorga un entorno espectacular a la propia basílica y, además, a su cúpula, un segundo lugar en el podium de los puntos más altos de la ciudad, después de la Torre Eiffel, con unas magníficas vistas desde la cúpula (entrada 5 euritos) que ayudan mucho a posicionar cada monumento en la mente, ya sabéis de mi torpeza con los mapas, ejem. El tipo de construcción, la zona ajardinada a sus pies, mogollón de escaleras, esa piedra tan blanca…, como que me recordaba un poco a un templo hindú, un pequeñito Taj Mahal.

Vistas de París desde la cúpula des Sagrado Corazón


Pasear por las calles de Montmartre es una delicia porque ello te brinda la posibilidad de encontrarte con artistas de todo tipo, desde pintores y retratistas, hasta mimos y músicos, y lo último que parece que se lleva que es el personajillo que te recorta el perfil de tu rostro en cartulina.

La plaza du Tetre, conocida como la plaza de los artistas es un lugar de paso obligado, con un ambiente formidable porque están pintando sus propios cuadros. Próximo a la plaza está el Molino Rojo, y el café de Amelie Pulan, el de la peli (El estanque de los dos molinos, en el 15 de Rue Lepic), aunque hay muchos otros con ambiente más bohemio.


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