28 febrero 2008

Sobreviviendo a las entrevistas

Son varias las personas de mi entorno que han cambiado de trabajo recientemente o que están a punto de hacerlo y, curiosamente, gente como mi hermano ya lleva dos mudanzas en siete meses. Todo lo que signifique mejorar, obviamente es estupendo y me alegra un montón.

En mi caso, no me planteo un cambio de trabajo porque hay aspectos del actual que pesan demasiado en positivo y aunque continúo en el mercado y lo consulto, como sé que no hay trabajo perfecto, pues como que no me decido. Por otro lado, no sé si estaría a la altura de las circunstancias en cuanto a entrevistas se refiere.

Vuelvo a recordar una fase de mi vida en la que hice muchas entrevistas, pero muchas, muchas, aunque lo extraño no fue el número, fue la tipología de las preguntas... Aquella empresa de un polígono X, para un puesto relacionado con mercados exteriores, donde el gerente me hizo varias preguntas de cultura general y sobre noticias de actualidad económica y política, para terminar con..., agarraros a la silla!!! Cuestiones sobre mi casa, la decoración, la cocina..., si era capaz de recordar en que cajón guardaba las cucharillas... Mi respuesta fue algo así como que no sabía qué lugar ocupaba el cajón de las cucharillas, pero sería capaz de explicarle por teléfono a alguien donde encontrarlas, y de todas formas, ¿De qué cucharillas estamos hablando, cucharillas para el café, para los postres en general, o para el helado?... Yo es que necesito tres cajones para los cubiertos y demás utensilios de cocina:-)

Debí de parecerle muy rara porque no me llamó para la segunda ronda, si bien es cierto que no mostré mucho entusiasmo por el entorno donde se encontraba ubicada la empresa.

No obstante, el colmo de lo vivido en esa época fue una serie de entrevistas de una empresa Y, que dio lugar a numerosos mails informativos a mi familia y amigos, incluso recuerdo a quien me decía que mis informes eran mejor que un capítulo del CSI. Insuperable.

La empresa en cuestión de entrada ya me dio mal rollito, porque eso de que te llame la secretaria para concertar una entrevista a las nueve y pico de la noche, no da muy buena impresión de lo que a una le espera... Y en la primera entrevista, recuerdo que se le terminó el papel de la fotocopiadora y la recepcionista no se atrevía a bajar a la calle a comprar papel, bueno ni ella ni otras dos personas a las que preguntó. Todo por si venía la jefa y nos las veía en su sitio…

Cielos, cuanta miseria… Si en el periodo en el que nos quieren impresionar nos vemos envueltos en situaciones como estas, que será de nosotros cuando ya no tengan que impresionarnos porque ya somos!? parte de la empresa... Y está claro que las empresas tratan de venderse al igual que los candidatos, una situación bastante similar a cuando iniciamos una relación de pareja, pero esto es tema para otro post.

Tengo que decir que me reí mucho en esa entrevista, cuando después de relatar detalles sobre mí anterior puesto de trabajo escuché que era justo lo que querían implantar allí. Y me reí, primero porque a medida que transcurría la conversación, sabía que probablemente sería la única candidata (y para el que no me conozca, os aseguro que no soy una persona que se tire flores), y en segundo lugar porque no tenía nada que perder, ya que en ese ambiente tan “pijo” no me veía yo trabajando e interiormente yo ya había dicho no. El trabajo era superinteresante, eso sí, aunque había tanto que hacer que podría vivir allí mismo…, hasta se reunían los sábados porque de lunes a viernes no les daba tiempo y también tendría que viajar a China y Tailandia…

Salí de allí con la certeza de que me llamarían para la segunda entrevista, porque le puse unos puntos de teatro a la escena; pero lo que jamás habría adivinado es que fuera con su abogado personal. Y allí que fui. Típico despacho de abogado megaguay, en pleno barrio de Salamanca de Madrid, con un mobiliario de los que sólo se ven en los castillos de las películas de terror, rococó total, como se nota que él no limpia el polvo. El abogado iba vestido como para una boda, hombre yo también iba mona, y demostró ser bastante cretino, como si estuviera opositando, vaya… Su primera frase fue que me quedara clarito que me tenía que dirigir y referir a la Sra Tal, incluso cuando no estuviera presente, como Dña Tal” Este hombre al parecer llevaba las finanzas, patrimonio y bla, bla, bla de la jefa, el Departamento de Recursos Humanos, las obras del loft donde se iban a trasladar las oficinas y más cosas, porque además de comunicarse conmigo como si estuviéramos en un juicio, me habló largo y tendido de las tres carreras que tenía en su haber y de su contribución al crecimiento de la empresa.

Ni que decir tiene que es la entrevista más alucinante que he sufrido en mi vidita, y cuando llegó mi turno le expliqué los detalles, y he de reconocer que con un poco de teatro, el trabajo que había hecho anteriormente y lo interesante que me parecía ese puesto. Nunca pensé que me llamarían para ofrecerme el puesto, teniendo en cuenta la astronómica cifra salarial que le propuse… Casi me caigo cuando vi el número en pantalla, y mira que estuvo insistente… Pero, ni harta de ron trabajaría en un sitio así.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este es un blog fantástico, porque destila Verdad, Humildad y Sentimiento (VHS).

Uno lee y ve tantas cosas al cabo del día, de la semana, del mes y del año, en tantos medios, en tantos formatos, en distinas horas y hasta en distintos idiomas que está ya harto de la superficialidad de las comunicaciones.

La erudición es muchas veces la pantalla que ponemos para no comunicar cosas nuestras, porque realmente no hay nada que decir sobre nosotros, o no queremos, o no sabemos ...

La entrevista de ana con el ... Abogado me ha parecido surrealista, truculenta, aterradora.

No es ana un ser menor, aunque lo parezca, sino un gigante. Se enfrentó al administrador del Leviatán con la espontaneidad de un paselito a punto de ser devorado, y salió triunfante. Cautivó al monstruo, lo domesticó, lo sedujo hasta que cayó rendido a sus pies, como una Jonathan Harker dispuesta a acabar con el reinado de la condesa a la cual servía el leguleyo acongojante.

El poder reside en cautivar, en controlar, en derrotar, en domesticar, no en poseer. Cuando a Ana, esta vez mayúscula, renunció a la bolsa de oro, estaba triunfando porque eligió. No sucumbió a los cantos de sirena, que la atraían irremediablemente al fondo, dnde el oro brilla, donde todo es más borroso. Y prefirió el cielo, donde brilla el sol, donde el aire se rarifica y se instila en los pulmones inadvertidamente, ...

A veces el miedo a cambiar de vida nos echa para atrás a la hora de decidirnos por uno u otro trabajo. Si descorremos el miedo, como un cortinón rojo, del escenario de nuestras vidas, podremos imaginarnos la escena de nuestro futuro, allí representada: una tragedia, una comedia, un sufrimiento, un final feliz.

¿Cómo referirnos a la Sra. Condesa como tal si no creemos en la preeminencia de cuna? ¿Cómo vivir entre muebles añosos y ajados, empapados en barnices rancios y oscuros, si amamos la luz del día, los colores planos y alegres de los dibujos infantiles y la elegancia de una espontaneidad subyugante?

Con el oro del sí Ana hubiera tocado el cielo de los hombres, con el no de los hombres Ana ha entrado en el Paraíso, cubierta de flores blancas.