23 julio 2009

Rumbo a Ouarzazate

Hasta la vista, desierto, me has encantado!!!

Y de nuevo, rumbo a Ouarzazate, a la que llaman puerta del desierto ciudad que servía como paraje de descanso a los mercaderes que viajaban hacia el norte del país y Europa. El paisaje árido de esa zona ha servido de escenario a películas como Gladiador o Babel, y además tiene por lo visto dos importantes estudios de cine.


En lo que fue el trayecto de ida y vuelta desde y hasta Merzouga, un gran desfile de curvas que se hace bastante pesadito, paramos en algunos puntos interesantes como el valle del Draâ, una zona fértil asentada a los pies de las montañas del Atlas, y del valle de las Rosas aunque rosas ni una vimos, obviamente porque no era época; y también en la garganta del Todrá, un lugar plagado de lugareños haciendo picnic con sus manteles, mesas, neveras y enormes cazuelas, graciosas estampas familiares.





Además de lo visto en estos altos en el camino, el viaje es atractivo porque se perciben diferentes costumbres en los pueblos por los que se pasa, aunque muchos de ellos parecían pueblos fantasma a esas horas de la siesta, esa pausa en el día que se hace en casi todas partes del planeta pero que, injustamente, solo afama a los españoles… Por ejemplo, es increíble ver lo abrigados que van todos, cielos!!! Esta gente por lo visto se pone casi toda la ropa que tiene en casa, porque no me explico cómo pueden ir a 40 y pico grados con dos camisetas y una chilaba de manga larga, y eso que se vea, que probablemente debajo llevan más cosas… Recuerdo escuchar a mi abuela eso de que lo que quita el frío quita el calor, pues va a ser cierto!!!

Es curioso también, ver también las diferencias a la hora de vestir que si bien no se aprecia en los varones y niños, en las mujeres sí. Mientras unas llevan ropas con colores claros, más estilosas y atrevidas ellas y menos tapadas, otras visten (al menos su última capa) de color negro, nada de diseño se ve en estas mujeres y además parecían estar fotocopiadas; lo que me resultó extraño y gracioso fue verlas ante un puesto de ropa en un mercadillo local en el que sorprendentemente NO vendían nada negro, todas las telas que alcancé a ver eran estampadas y de rayas… Ya sé que es absurdo, pero ¿Comprarán la ropa de colores para luego teñirla? Otra duda que nos surgió, ya en Essaouira lo comentamos, era saber cómo se reconocen estas mujeres cuando quedan en la calle, para ir a la plaza del pueblo o de compras, porque el caso es que van siempre en minipandy, dos o tres del brazo; según nos contaron, se reconocen por la forma de andar, por la mirada, bueno, esto será cuando están cerca supongo… Supongo que se agudizan otros sentidos, pero yo no me lo creí mucho, y pienso que lo más lógico es que se cuenten por teléfono donde viven y queden en la puerta.La recompensa a tanta calorina sufrida en la ruta fue llegar de nuevo a Le Petit Riad y a su piscina...

Y al día siguiente, rumbo a Marrakech. Si la kasbah de Ouarzazate es interesante, o ese es el recuerdo que tengo en mi memoria de mi anterior estancia en noviembre 2005, la kasbah de Ait Benyousef me ha resultado magnífica, con unos detalles ornamentales increíbles y un entorno muy, muy atractivo para mis ojos. No en vano, es una de las mejores conservadas del país.





La anécdota fue el lugareño de la tienda que reclamó la atención de uno de mis amigos porque quería escribir en español una carta de agradecimiento a unos españoles que le habían enviado medicinas y tal y cual; una vez terminada nos lió con el güisqui del desierto, ese magnífico té, y claro, uno siempre termina comprando…



Era un tipo muy gracioso y en su tienda llamaba la atención su ordenador portátil compartiendo espacio con tanto producto típico, lo que ha cambiado Marruecos en ese sentido, la verdad. La conclusión que sacamos es que el tema de la cartita no era más que un anzuelo para que piques… su tienda está al principio de la kasbah, lo digo por si a alguien le ocurre lo mismo…



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