24 julio 2009

Mis días en Marrakech


Volver a Marrakech siempre es un placer. Sus colores y olores hacen que desconectes de lleno con tu vida en Madrid, bueno, a mí me gusta ese contraste, aunque confieso que en esta ocasión me faltó callejear mucho más por las calles de la Medina. Por otro lado, me sobraron algunas horas de paseo en coche por el Marrakech nuevo, la visita a los Jardines Majorelle, al museo Majorelle y su jardín, que es mono, pero taaaan perfecto, en fin, cuando no se viaja sola supongo que es inevitable aceptar planes que en principio no te apasionan, y que pueden resultar estupendos o no tanto; pero desde luego, hasta que no se prueba no se sabe.







Naturalmente que un país como Marruecos despierta nuestros sentidos y el interés por querer captar todo lo que vemos, y tanto contraste seduce hasta al más frío de los humanos. Eso es precisamente lo que me sucede en una ciudad como Marrakech.














El ambiente que se vive en la plaza Jamaa El Fna sigue siendo ensordecedor, especialmente el nocturno, pero hay que verlo aunque sea un vuelta rápida. Llama la atención en que emplean el tiempo los lugareños y algún que otro turista que se lanza al mini-mini-golf (un hoyo) o la pesca de una botella de coca cola de dos litros…, estuvimos un ratillo y no tenía pinta de llevarse nadie el premio. En definitiva, un ambiente agobiante, especialmente si uno se anima a cenar en uno de sus innumerables puestecitos de comida…. Me empeñé y fue un error, hasta nos fuimos sin terminar.


Sin embargo, me encantó visitar el Palacio Bahía. Un lugar apacible y lleno de habitaciones sorprendentes, impresionante entorno y superbien cuidado, con preciosos patios, salones y jardines; visita altamente recomendable y por poner alguna pega, le faltaría que recrearan alguna de ellas con mobiliario acorde a la época que está muy desangelado aquel palacio. Aprovechando esta visita, conviene acercarse a una plaza póxima que es un punto de encuentro de artesanos locales, es decir, un auténtico mercadillo compuesto por puestos artesanales donde puedes encontrar cosas de forja, pinturas, especies, etc., muy chulo y no tan agobiante como el zoco, aunque con menos oferta de productos.

Después de comer en un riad precioso de cuyas paredes colgaban cuadros como este de la foto, algunos de ellos a la venta, dimos por fin con la Madraza.


Fue estupendo encontrar aquello que, sin éxito, estuvimos buscando durante un buen rato por la mañana.



Confieso que me encantó ver de nuevo la Madraza de Ali Ben Youssef, una antigua escuela coránica que funcionó como tal hasta los años sesenta.


Se entra por un señorial patio con un estanque en medio, en mi opinión decorado un poco con cuentagotas, y a su alrededor se encuentran distribuidas en dos plantas las habitaciones de los estudiantes; eso sí, en los salones interiores se aprecian unos trabajos de marquetería y estuco que bien merecen una visita, al igual que el museo que está justo al lado.



Tarde con suerte!! Por casualidad encontramos un taller de tintoreros de pieles…, lástima que no hubo tiempo para entrar. Es un poco difícil encontrar estos sitios, aunque siempre hay quien te lleva por una propina, bueno nosotros nos la ahorramos ya que por la mañana nos gestionó la visita a un taller de tinte de lanas el tipo de una tienda donde compramos unas pastillas que dejan un olor magnífico en los armarios… Con esto quiero decir, que no se pierde nada por preguntar en alguna tiendecita donde has hecho alguna compra. Fueron, desde luego, mis mejores horas en Marrakech, las que más disfruté.


He reconocido en Marrakech, el país con precios baratos que recordaba… Nada que ver con el resto de los lugares, en la capital hay precios para todos los bolsillos, desde restaurantes de lujo con magníficos menús, hasta puestos callejeros donde he pagado 1 euro por carnes varias a la parrilla, con queso en loncha (y no el típico quesito de la vaca que ríe) y huevo frito, con pan de pita, riquísimo.

Respecto al alojamiento, estuvimos en el riad Les Lauriers Blancs, con habitaciones monísimas, muy buen desayuno, bastante bien situado, incluso las calles de acceso están asfaltadas, por lo tanto desde mi punto de vista altamente recomendable. Lo regentan una pareja de franceses, un jubilado de la Renault según un amigo que creo que fue guionista de Hollywood en otra vida, pero ojo que esta información no está contrastada!! La mujer es muy amable y tiene mucha información del país, e incluso guías que te puede prestar gustosa.

Siempre hay una primera vez para todo, y en esta ocasión fue la experiencia de ir haman, porque después de 9 días de ajetreo, sol y calor, dedicar un tiempo a que nos cuiden y mimen de otra manera, pues es más que apetecible. Y la verdad que me gustó, bueno, no tanto como un masaje tailandés!!, después de abrir mis poros y de que me exfoliaran la piel la verdad es que salí muy relajadita y sin pieles heridas ni muertas, y aunque hay sitios más espectaculares y caros, claro está, este era mono, estaba limpio y bien de precio, (estuvimos hora y pico por solo 10 euros), con el añadido de que estaba a cuatro calles del riad.

Dejo la Web por si os resulta interesante:

http://www.lesbainsdesindibad.com/


Regresar a Marruecos siempre es agradable y sé que volveré, porque me apetecerá seguro, y porque además tengo pendiente conocer la zona norte del país; pero creo que tiene que llover un poco antes de que se produzca ese hecho. Seduce tanto contraste. Me maravilla ver tantas escenas que me llaman la atención y vociferan a mi retina, tanto que me obligan a desear fotografiar cada callejuela, cada rincón, sus gentes, sus miradas… y todo esto ha dado lugar a que hemos regresado con un completísimo reportaje gráfico, y además, de lujo!!!

Eso es lo que me queda, imágenes en mi memoria y en mi retina, porque tengo buenas razones que hacen que recuerde con especial cariño estos días pasados en tierras marroquíes:-)

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