21 julio 2009

Añorando un desierto


En Ouarzazate nos habíamos acostado con la idea de madrugar al día siguiente y salir pronto hacía Merzouga, pero como tantos días sucedería, unos u otros nos enredábamos con los preparativos finales después del desayuno…

Habíamos contratado un viaje al desierto con una empresa local de Merzouga, y teníamos que llegar a esa ciudad antes de las 6pm. Días antes me habían confirmado por mail que era posible llevarnos a la zona de las dunas en un vehículo 4x4, algo importante para nosotros dado que no estábamos dispuestos a viajar a lomos de un dromedario durante una hora y media o a tomar la opción que nos sugería de ir andando durante un par de horas… El caso es que cuando llegamos allí, donde dije digo, digo Diego, y nos rebotamos un poco…, aunque lo más triste del día para mí fue el hecho de que la demora en la llegada supuso perdernos una maravilla de puesta de sol, de esas típicas, bueno, no es que nos la perdiéramos pero ver una puesta de sol de esa categoría desde el interior de un coche y botando sin parar, pues no me dice mucho, la verdad… Siempre hay que dejar algo pendiente para la próxima vez, aunque en mi caso no estoy dispuesta a viajar hasta Ouarzazate una tercera vez en mi vida. Tendrá que ser pues, en otro desierto.


La noche en la haima finalmente no pudo ser. Llegamos al campamento adentrado unos 40 Km en el desierto, como un pequeño islote rodeados de dunas, pero como el calor era insufrible en su interior nos colocaron los colchones y las sábanas en el patio central. El campamento como os podéis imaginar era muuuuy básico, y aunque tenía baños, o así le llamaban a a aquello, pues como que preferimos no utilizarlo jeje.

Ese fue un momento gracioso, porque eso de que al desierto le llaman desierto no sé muy bien por qué es. Allí una va “al baño”, osea, a una duna, porque como decía, el baño cerrado con cortinilla, mejor ignorarlo… y aparece gente entre otras dunas, que mira que no hay dunas y dunas alrededor, vamos, que parece la calle Preciados en Navidad, y luego, te das cuenta que había un montón de animalejos, hombre con los dromedarios ya cuentas!! Pero algunos casos nos sorprendieron, porque que al amanecer nos despierte el maullido de un gato, es bien curioso, debe ser que los gallos no se estilan…

Y allí cenamos, todo muy bueno aunque tantas tapas de olivas mientras terminaban de cocinar los platos fuertes no nos permitió terminar con toda aquella comida. Y después de la cena, güsquicito va, güsquicito viene, en mi caso ron moreno, y tanto güisquicito es lo que tiene..., el encargado de despertarnos para ver amanecer me temo que estaba demasiado resacoso como para levantarse…, vamos, que se durmió. Se conoce que el viento con la arena no le molestó bastante en su rostro, y eso que era bien desagradable y que no oyó el gato...

Siempre hay una primera vez para todo, y allí hice el Máster de como hacer un vaso para cubatilla con una botella de agua de 1,5l. Me han faltado las prácticas, pero yo creo que me las convalidan porque estuve muy atenta, no!? Ah, y al cortarla por la mitad salen dos vasos de cubatilla, de modelos diferentes, pero dos vasos!! Con esta historia nos reímos un montón porque cuando mi amigo (el instructor) se disponía a fabricar el primer vaso, ya cortado el patrón, va el morito y se lo quita de las manos… y vuelve el tío con el vasito convertido en portavelas!!! Debió pensar que lo que queríamos era más luz!! Fue tronchante, y el resultado: un vaso menos.

Nos acompañaba en aquella noche también un cielo estrellado, en el que se apreciaba claramente la vía láctea y tantas y tantas estrellas fugaces, que todo el mundo vio menos yoooooooo, todo el conjunto formaban un extraordinario espectáculo, al igual que el que nos brindaron los lugareños al ritmo de sus instrumentos musicales y cánticos, y también pésimos chistes… Y así nos dormimos, más o menos.

Este viaje lo contratamos con una empresa que NO recomiendo en absoluto. En varias ocasiones, tanto a lugareños de las tiendas como a los de los riads escuchamos que el mejor conductor de las dunas era Alí el cojo, así que si repitiera en mi vidita lo contrataría con él.

Dejo la página Web de ambas empresas, aunque al tal Alí, le podéis encontrar en facebook y todo!!

www.alielcojo.com

www.letoiledesdunes.com



Y he aquí una muestra del paisaje después del amanecer, de camino al hotel, en Merzouga.



Después de días, recuerdo las sensaciones vividas. Pequeñas y grandes dunas, arena, mucha arena, y un desierto allí al lado, dromedarios que dormitan, bereberes y chiquillos de pueblos próximos que pasan por allí. Imágenes que hipnotizan y que me recuerdan a estampas imaginadas en algún momento de mi vida. Te parece que sueñas, pero resulta que abres los ojos y todo está allí.

Hace tiempo que no sentía ese efecto de emoción que se produce cuando uno está en un lugar que le resulta insólito, y pasar esos días en el desierto, en la inmensidad las dunas, ha sido una experiencia genial, y tengo que decir que me ha sabido a poco. Una grata impresión que me ha recordado a otros momentos extraordinarios de mi vida, los vividos ante el esplendor de las pirámides y templos de Egipto, esa Petra maravillosa, el entorno del Gran Cañón, la bahía de Ha-Long o las islas Phi Phi, los días en Jesuralem o aquel atardecer en el desierto de Wadi Rum. Me ha sabido a poco, digo, tanto, que estoy pensando en hacer planes para vivir de nuevo esas emociones en mi próximo viaje...

Un lugar mágico, que recomiendo simplemente por el hecho de poder saborear con agrado sus deliciosos platos y además, poder contemplar desde la magnífica piscina o desde la azotea la majestuosidad de las dunas de Erg Chebbi que se alojan a sus pies, es el hotel Kanzerremal; mucho calor, pero se soporta con cierto agrado porque el espectáculo desde la piscina compensa y desde luego, no nos deja indiferentes.

Las dunas son de una belleza que te atrapa. Sus caprichosas formas provocan a nuestros sentidos y hacen que desconectemos de nuestra rutinaria vida, vamos, una más que probada terapia antiestrés, al menos yo así lo viví.


Vistas desde la azotea del hotel, hora aproximada 7am

Tantas cosas que pensábamos ver en los alrededores del hotel, que si el lago no se qué, que si las pinturas rupestres… y si nos descuidamos nos perdemos hasta la puesta de sol!!! No fue mi caso, que para esto del sol y la luna estoy muy pendiente!! He aquí una muestra de un bonito y particular atardecer, aunque no fue tan espectacular como la de la tarde anterior cuando nos dirigíamos al campamento de haimas, ese típico con el sol rojizo, ese que nos perdimos por llegar tarde, ainsss…

Durante esta puesta de sol, con una imagen muy curiosa, estuvimos charlando con una par de chiquillos que venían del pueblo de al lado. La gente es muy amable en Marruecos, realmente hospitalaria y muchos de los lugareños charlan desinteresadamente con los turistas, como era el caso de uno de estos chicos. Impresionante alegato a la sensatez y madurez con tan solo 17 años, sí señor. Un español aprendido viendo la tele y hablando con los turistas, que me dejó pegada a la arena. Un respeto por sus costumbres y por su familia, que es digno de admiración, en fin, espero que la vida le devuelva con creces todo su esfuerzo y buenas intenciones. Sus planes eran ir a estudiar filología a la Universidad, y no fijarse en las chicas, que para eso ya estaba su madre, que allí las madres hablaban entre ellas y buscaban la mejor esposa para sus hijos. Y con su convencimiento de que su madre lo iba a hacer mejor que él, allí le dejamos, a él y a su amigo.


Del desierto me sorprenden mucho los tonos de la arena, que parece diferente por el efecto que en ella produce la luz del sol; y llegas a la cumbre de las dunas, después de no poco esfuerzo, y la estampa es simplemente genial, porque te recuerda a las olas del mar. Realmente emociona contemplar la inmensidad del paisaje.

Una puesta de sol en el desierto, es casi hipnotizadora, la arena que arde, ese sol brillante que nos dice adiós y se escapa entre un cielo muy, muy azul; pero sobre todo, sorprende del desierto sus noches, porque esa segunda junto a la piscina del hotel fue igual de magnífica, porque no me canso de decir que es una delicia contemplar desde cualquier suelo el cielo tan brillante, la luna y las estrellas fugaces que pasan sin cesar... a juzgar por los comentarios de mis amigos: otra, y otra, otra..., yo ni una, oye.

Después de horas contemplando el cielo, no me quedaron fuerzas para levantarme a ver amanecer…, bueno, para ser exactos me levanté pero por despistada que soy, especialmente en vacaciones, puse el despertador del móvil a la hora española, y claro, llevarme una segunda vez en la noche, una hora después... fue imposible para mi cerebro dar la orden a las piernas y todo eso… Así que cuando me desperté, fui a tirar unas fotos, arrepentida de haber dormido tanto, porque siento que en este viaje he dormido demasiado tiempo.




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