19 octubre 2008

Ho Chi Minh, prescindible

Si fuera una ciudad me gustaría tener al menos cierto encanto; pero es que la que fue capital de la Indochina francesa, ni te atrapa ni tiene encanto, es más, no le encontré nada de positivo. Humedad bestial, gente realmente borde (tal vez conocí en un día a todos los bordes que allí habitan), caótica, ASFIXIANTE, así, con mayúsculas. No tiene que ver con Ha-Noi, dentro del caos organizado que se percibe en ambas ciudades, mientras aquella me resultó muy romántica y con mucho encanto, Ho Chi Ming es la antítesis, un frenesí de luces y sonidos que aturde a cualquiera, y fea, un rato fea. Creo que debería precisar; no me gustó lo que vi de Ho Chi Ming. Y no me gustó, a lo mejor porque era el final del viaje, o porque me cabreó bastante el hecho de que en el hotel nos dieran una porquería de habitación y a precio de un riñón, aprovechándose de que era más de medianoche, incluso más caro de lo que nos habían confirmado por email; esto fue obra del caradura de la guest de Hanoi, pero mira por donde se quedó sin comisión. Está claro, que lo mejor es llevar impreso el mail con la confirmación de los precios de habitaciones, excursiones, etc...

Nos habían recomendado el paseo que lleva hasta el palacio de la Reunificación, ese que al parecer se conserva casi igual que en 1.975, año en que fue tomado por las tropas vietnamitas mientras los americanos huían en helicóptero. Bien, pues el paseo lo dimos, pero el palacio no lo encontramos... No encontramos la entrada, pero el trayecto nos sirvió para darnos cuenta de lo bulliciosa que es esta ciudad, y alegrarnos de haberla dejado para el final. Tanto ajetreo pone nervioso a cualquier ser humano.

Y dado que queríamos hacer compras y no teníamos demasiado tiempo, cambiamos la ruta hacia el mercado de Ben Thanh, en la zona de Cholon. Se trata de un edifico de estilo chino con una gran torre con un reloj, y en su interior se puede comprar de todo; encontramos cosas interesantes, eso sí, más baratas que en Hanoi tal y como nos habían dicho, y por otro lado aún siendo más caras siempre es mejor comprar al final del viaje. Compré varios cuencos de bambú, más bolsos..., té de diferentes sabores, ya, ya sé que soy de café, pero era para regalar!! En el mercado estuvimos varias horas, más que nada con motivo de tener que revisar una a una las piezas de un complejo juego de mesa asiático llamado mahjong, que lleva 144 fichas con unos dibujos muy extraños a mis ojos y, bueno, en realidad fueron dos. Cuanta expectación, las dos y la lugareña del puesto allí en las sillitas revisando todas las piezas, vaya risas!!

Es probable que además del Palacio de la Reunificación, sea muy interesante ver su museo de Historia o el de Recuerdos de la Guerra, la propia Catedral de Nôtre Dame o incluso visitar zonas próximas a la llamada Saigón (aunque en realidad Saigón es uno de los distritos de la ciudad), pero después de haber visto otras zonas del país, me quedo sin dudarlo con el norte y centro de Vietnam. Con todo, es un país interesante y sigo pensando que me gustó haberlo elegido como destino y, por lo tanto, lo recomiendo; pero, confieso que yo no repetiría, bueno, quizás la zona de Sapa y Hoi An, una monada de ciudad.

Aún tuve tiempo para un masaje de pies en un sitio frente al hotel. Por supuesto, genial y de alguna manera me arregló un poco el cuerpo. Negociamos con un taxista el precio para regresar al aeropuerto, 80.000 Dongs, pero lo más gracioso es que al salir del hotel, un tipo nos preguntó si nos llevaba al aeropuerto y cuando vimos su moto casi morimos de la risa..., hombre, con dos maletas y dos mochilas, complicado...

Invertir tiempo y dinero en viajar es el mejor regalo que me puedo hacer, aunque no deja de ser una elección como otra cualquiera, otra gente se lo gasta en buenos coches o en ropa de marca. Vivirlo y poder contarlo es un verdadero placer, pero es que además, es en los viajes largos donde realmente se conoce a las personas, e incluso a uno mismo. Ese viaje me ha servido para mucho, porque de entrada, he conocido mejor a mi compañera de viaje, cosa que me alegra un montón, y a gente que se me antoja interesante, y por si fuera poco, me ha servido para pensar sobre mí misma y conocerme un poquito mejor, todo ello, con excepcionales y positivas conclusiones.

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