08 agosto 2013

Lo que eres es lo que vales


Es bueno darse cuenta que cada persona va a dar a los demás lo que posee, con toda la gama de "agradibilidad" que quiera. Es bueno darse cuenta que para que las palabras de otra persona nos hagan daño tenemos que recibirlas precisamente con ese sentido... Por tanto, la responsabilidad en último término es de cada uno, porque todo depende del significado y del sentido que le queramos dar y de como procesamos las palabras que escuchamos. 
Es bueno también preguntarnos si cuando nos sentimos ofendidos por alguien realmente nos importa esa persona, pues al fin y al cabo, digo yo, que gastar energía y dedicar tiempo a algo y a alguien que no es importante en nuestra vida, y que probablemente no lo va a ser ¿qué sentido tiene????

En la línea de Confucio, que algo sabía el hombre, “Sufrir una ofensa no es nada, a no ser que nos empeñemos en recordarla"

El Anciano Samurai 

Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.
 
Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío. Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo. Arrojó algunas piedras en su dirección y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.
 
Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
 
-¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?
 
El viejo samurai repuso:
 
-Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?
 
-Por supuesto, a quien intentó entregarlo -respondió uno de los discípulos.
 
-Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos añadió el maestro-. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
 
Visto aquí:
http://compartirmotivacion.blogspot.com.es/2013/07/el-anciano-samurai-descubre-lo-que-eres.html
 

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