22 junio 2009

Cumpliendo sueños

El aterrizaje en Las Vegas entre luces de neón, y sus cientos de máquinas alineadas en la sala de recogida de equipajes no deja impasible a cualquiera.

Los planes que tenía variaron nada más aterrizar, pero bueno, los planes se hacen también para poder variarlos; resultó que la persona con la que iba a sobrevolar el Gran Cañón vendió su avioneta a través de Internet justo el día antes de mi llegada!!! Pues sí, como lo leéis… cuando me dio la noticia en el aeropuerto, me dio la risa tonta, pero lejos de preocuparme empecé a barajar las opciones que tenía: contratar un vuelo en avioneta y helicóptero que suponía 20 o 30 minutos de vista panorámica en la zona a cambio de un riñón como quien dice, o un viaje en autobús, cansado y largo, pero que me iba a permitir ver algo más del paisaje durante el trayecto. Elegí la compañía Papillon, con la que obtuve un precio muy mejorado después de la pregunta chorra a través del teléfono de ¿no hay un precio especial por contratar tan solo unas horas antes?... Pues sí, lo hubo.


Y me alegro un montón de haber hecho el viaje en bus, y sobre todo por el hecho de haber elegido aquel asiento e iniciado una conversación con la persona que allí estaba. Fue uno de mis mejores días, porque el Gran Cañon me fascinó, y porque conocí a Chingy, una china de Hong Kong supersimpática y tan loca por hacer fotos como yo, y con la que días más tarde compartiría otra agradable jornada en San Francisco.


Gran Cañon, qué maravilla. Hay lugares con los que una sueña, esos que apetece ver y fotografiar alguna vez en la vida, pensamientos que me han surgido en otras ocasiones, por ejemplo, con las pirámides de Egipto, con Petra, los templos en Angkor, y también con el Gran Cañón. Lugares que no defraudan, que nos emocionan y se quedan grabados en nuestra retina algunas veces, sorprendentemente, con cierto sentimiento de nostalgia…

La inmensidad del Gran Cañón es indescriptible. No sabes bien dónde dirigir la mirada… Tengo que decir que me ha encantado, no me ha decepcionado en absoluto, y tan solo lamento no haber tenido la oportunidad de ver semejante espectáculo a horas tempranas y ante una puesta de sol seguro que de película, porque los colores seguro que cambian su aspecto a los ojos de cualquiera.


En Las Vegas me alojé en el hotel Sahara, que está bien pero no es espectacular, y otra noche en el Cesar Palace, un lujazo!! No me resulta atractiva esta ciudad, aunque fue interesante visitar con Amy y Charly la zona de la ciudad por donde se mueve la gente de allí, eso sí me gustó, al igual que un paseo por el interior de los hoteles.





Supermercado de Las Vegas, con "sala de máquinas"

No obstante, guardo en mi memoria los fotogramas de un precioso atardecer en el Red Rock Canyon, con una maravillosa luna llena descolgada del cielo, y la estampa de la ciudad iluminada en aquel valle, en definitiva, un regalo de la naturaleza que neutraliza tanta luz y despilfarro, en un entorno muy, muy agradable a tan solo 30 Km de la ciudad y cuya visita recomiendo.


Tan solo queda colinear un poco por la encantadora San Francisco!!!

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