07 junio 2010

Fez, acariciando el Medievo (parte II)

La gastronomía marroquí es bastante buena, muy especiada, cosa que a mí me gusta. El plato por excelencia es el cuscús, una mezcla de verduras, cordero y sémola, que puede estar muy rico o resultar incomible; creo que todos tendremos experiencias parecidas con nuestra querida paella o tortilla de patata. Yo es que soy más fan del tallín, que es el nombre del recipiente de barro donde se cocina la carne o pescado, y eso fue lo que cené cada día, tallín y brochetas de carnes diversas, aunque me relamo aún de gusto al recordar el sabor de aquel tallín de cordero y ciruelas cocinado además con cebolla pochada en Snack Omar!! En cuanto al drinking, creo que no me cansaría nunca de esos zumos de naranja y ese delicioso té a la menta.

Me gustaría dedicar un parrafito al deporte nacional: por un lado está el futbol, practicado por niños, y hay que ver la de "Messis" que hay en Fez; parece que vende muchas camisetas este Messi aunque no sé si esas precisamente le darían muchos beneficios... Por otro lado está el Sitting&Watching practicado por adultos varones que se sientan en las terracitas próximas a la "puerta azul", y ahí pasan la tarde, de miranda como aquel que dice. Esta costumbre musulmana (creo) me sigue dejando perpleja. Mi tercera vez en Marruecos y sigo viendo lo mismo: la población femenina sigue sin hacer deporte, levantamiento de bolsas de comida, si acaso.

El segundo día, después de un estupendo desayuno en uno de los restaurantes de los alrededores de la "puerta azul" seguido del paseo matinal al mirador Bord Nord, nos fuimos en un petit taxi hacia la Plaza des Alaouites, donde está el palacio real, que no es visitable pero tiene una fachada bien agradecida para las fotos, laverdad, y unas puertas doradas que te invitan a acercarte.

En las proximidades del palacio está el Mellah o barrio judío con una calle principal que nos ofrece también imágenes sorprendentes, si bien el tipo de tiendas de ese barrio son de otra categoría, tiendas de aspecto mucho más cuidado, mucha joyería como era de suponer, perfumerías más glamurosas, ventas de discos y material informático, electrodomésticos, y en general, ciertos productos dirigidos a un público con un nivel adquisitivo unos puntos más alto. Los edificios tienen también un estilo bien diferente a los vistos en las casas musulmanas de la vieja Medina, balcones y ventanas con mucha madera, muy repujado todo ello. 

No obstante, hay una zona en los alrededores de la sinagoga Aben Danan, que poco tiene que ver con lo anteriormente descrito.
Calles estrechas, algunas de un metro diría, la mayoría de los edificios en ruinoso estado, ventanas sin cristales, y apuntalados con vigas sí, pero a las que aparentemente les queda poco tiempo para soportar unas paredes que convergen demasiado, y da la impresión que en cuestión de minutos se producirá el abrazo... Y es curioso, a pesar de semejante espectáculo, se siguen viendo la pandillas de antenas parabólicas afincadas en los tejados, la mayoría oxidadas.

En esta zona me llamó la atención la cantidad de perros que había; gatos no vimos ni uno pero perros vagabungos un montón, curiososo.


 
Ville Nouvelle bien merece una visita, aunque desde mi punto de vista no tiene tanto encanto. Contrasta una barbaridad con todo lo visitado anteriormente, moderna y hasta se podría decir que con un punto chic, solo hay que ver como visten los que la habitan, como lucen sus terrazas, o las marcas de sus coches... o sus mascotas: aquí vi por ejemplo a una mujer paseando un perrito con correa, y os puedo asegurar que llamaba la atención!! el único decorado común son los tejados y terrazas llenos de parabólicas.

Un paseo que intentaba imitar a los Campos Elíseos parisinos, ejem, bueno, que sí, que yo también jugué al golf, o era al minigolf!? Se quedaron un poco cortos, pienso yo. El caso es que el aperitivo en una terraza frente a la Plaza Florence y el hecho de degustar una comida en un sitio donde éramos las únicas turistas, gracias a Med, un amigo de Couchsurfing, mereció la pena. Risas, muchas risas, y una agradable conversación sobre tradiciones y vida en Marruecos que se prolongó hasta el momento de partir hacia el aeropuerto, sorprendentemente en un coche con matrícula de Bilbao... Y todo porque su mejor amigo, vivió unos años en Bilbao!! Escuchar a un marroquí con acentazo vasco y que además hable euskera fue la mejor anécdota del viaje!! 

Fez es, desde mi punto de vista, mucho más auténtico que Marraquech, supongo que es inevitable comparar ambas ciudades... y se ha convertido para mí en un atractivo rincón de Marruecos, de esos que atrapa y esto teniendo, pienso, un amplio Curriculum como viajera!!! Absolutamente recomendable para desconectar de las tensiones que nos genera a veces Madrid y a tan solo hora y media... 

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