Conocemos a
alguien que nos atrae, nos gusta y apostamos por dedicarle con agrado
parte de nuestro valioso tiempo. Los humanos somos así de poco prácticos algunas
veces, primero nos emocionamos y después pensamos sobre ello, (pero
muuucho después), y cuando conocemos a ese alguien no nos paramos a
pensar si somos compatibles, confiables, si tenemos intereses
similares y objetivos comunes; pasa el tiempo, y cuando la razón compite con la
emoción, comenzamos a ver claro que el otro no resulta ser como uno
creía que era, es... pelín diferente.
Pienso que sólo merecería la pena hablar
de cierta
esperanza en aquellos casos en los que esa relación afectiva que
tenemos con un Ser que nos gusta y que para nosotros es especial, nos
entusiasma, nos llena de felicidad y de equilibrio, nos demuestra con
hechos que le importamos y le interesamos. Pero cuando pesa
más la incertidumbre y la insatisfacción, ¿para qué continuar?
Antes pensaba que la historia podría cambiar y
avanzar pero eso no va a suceder. Tengo claro que no es posible
cambiar el carácter de alguien, ni su actitud ante la vida, ni sus costumbres, ni sus aspiraciones y sus objetivos... En definitiva, lo que
es importante y profundo para una persona ya adulta se va a mantener, y
si estas son cosas y aspectos que ahora me chocan, y en ocasiones me
disgustan y me resultan insoportables, es mejor aparcar la historia a tiempo y
cambiar de hombre.
Es obvio que este guión necesitaba un desenlace y por eso he escuchado las señales y he decidido
ponerme yo también en modo racional, como él piensa. Cuando me río
al pensar que es un ser peculiar, que se autoprograma cuando cree que tiene y debe ser
cariñoso, que todo el mundo tiene sus manías, cuando justifico su
indiferencia, ejem, no estoy siendo sincera conmigo misma porque en el fondo me
aburren sus rutinas y tanta racionalidad; prácticamente todo es
predecible a su alrededor, apenas me aporta algo nuevo y divertido, y
para colmo de males, últimamente me he dado cuenta que añoro
algunas de mis relaciones anteriores, es decir, no es que las eche de
menos, fueron magníficas mientras duraron, pero sí echo de menos lo
bien que me sentía y me hacía sentir, las ilusiones comunes, lo
mucho que me valoraba esa persona y todo lo que sumamos juntos,
además del feedback constante!
En este caso, se trataba de una historia en
la que existían grandes dosis de descompensación, intereses y
objetivos divergentes, poca comunicación, y lo más grave, mi sensación constante de
que no me gusto como me comporto, no soy como yo soy ni como deseo ser;
estaba perdiendo expresividad y naturalidad, precisamente para no
involucrarme demasiado en la historia, y adaptándome a la forma de ser de otra persona, a esa forma
de ser que al principio me hacía gracia pero que se iba convirtiendo en bastante insoportable...
Migajas de cariño para mí no son
suficientes. Quiero a alguien que sea cariñoso, no que decida ponerse en
modo cariñoso X veces por día, mes o semana. Y a mí que me lleven en bandeja!
Y que me permita que le lleve yo a él. Esa es la idea:-)
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